martes, 24 de enero de 2012

El mundo tras el cristal

Es algo que se plantea y cambia a lo largo de la historia. Si no, no habría habido ningún filósofo, ni una sola revolución. Se plantearía una sociedad grácil y sin aspiraciones, no se puede sustentar esa idea siendo como es el ser humano. Y me alegro.

La gracia de esta idea de cambio no es que la sociedad cambie y evolucione, sino que evoluciona impulsada por un primer pensador que lleva a cabo todo el mecanismo interno, el entramado de cables y cuerdas que mueven al resto. Puede ser una revolución intelectual, o revoluciones que llevan a guerras sangrientas con objetivos belicistas y expansionistas. Ninguna es mejor. Es todo dependiente de eso, del punto de vista. Se intenta hacer que el mayor número de personas se pongan de tu parte para que así tu visión se haga más fuerte y ganes confianza. Cuanta más tengas, mayor será tu radio de acción.

Individualmente cada uno tiene su propia identidad, su propia forma de ver el mundo, de comerlo y de oírlo. Puede cambiar, de eso se trata madurar. Los habrá que miren al cielo y que no vean más que eso, negro con puntitos blancos, y estará el que no puede evitar imaginarse figuras con ellos, escapar a la osa mayor y dar una vuelta por Orión. Que ve la luna como una gran bola blanca de queso Edamm, o un ovillo de lana. Es solo un ejemplo. Donde se ven esas cosas son en la forma de ver una relación, de entender el sexo, de tomarse los estudios, de pasárselo bien. De no olvidarse de lo que es importante para ti, de entender lo que es una persona, de poder preguntarse a uno mismo lo que sea sin miedo. Poder tener claras ciertas ideas, entender tu propia filosofía de vida, y ser feliz. 

Claro, eso no se consigue de la noche a la mañana. Admiro a la gente que es capaz de no ir como borregos detrás de los demás, que puede salir a la calle con sus ideas bien claras y la cabeza alta. Me gusta, o me gustaría ser así. Conformar una personalidad es una cosa, pensar algo porque sí es otra.

Yo... ¿qué queréis que os diga? Cuando es de noche y miro al cielo, me entran ganas de tener un bonito jersey blanco.




martes, 17 de enero de 2012

Y a la mierda con la autodestrucción.

No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza por eso de que sus caderas... Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa, y esas maneras, y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.

Pero además la he visto seria ser ella misma, y en serio que eso no se puede escribir en un poema.

Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas, y cómo se revuelve sobre las baldosas, y qué facil parece a veces enamorarse. Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...

Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre. Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas.

No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece, luego te abrace, y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.

Así que supondrás que yo soy el primero que entiende el que pierdas la cabeza por sus piernas, y el sentido por sus palabras, y los huevos por un minimo roce de mejilla. Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa, las incomodidades de orgullo que pueda provocarte, son algo con lo que ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos. Que yo también la veo. Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido, y en formato secreto.Que me sé sus cicatrices, y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas, y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su numero de telefono. Pero también el numero de sus escalones, y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías. Que no solo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores. Y yo sí que no tengo cojones a decirla que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la Luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista.

Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino, y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.

Que lo de "mira sí, un polvo es un polvo", y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas, y solo los sueños pueden posarse sobre las seis letras de su nombre.

Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.

Que razones tenemos todos. Pero yo, muchas más que vosotros.


(Carlos Salem - "Yo la quiero por muchas más razones que vosotros" : Co-Razones).

lunes, 9 de enero de 2012

¿Qué ocurre cuando nos enamoramos?

Como resultado de ciertos estímulos el hipotálamo libera una potente descarga de endorfinas, pero ¿por qué esa mujer o ese hombre? ¿Hay una emisión de feromonas que corresponde a una señal genética complementaria o son unos rasgos físicos que reconocemos? Los ojos de una madre, una aroma que estimula un recuerdo feliz…

¿Es el amor arte de un plan, un inmenso plan entre dos modos de reproducción?

Las bacterias y los virus son organismos asexuados, con cada división celular, cada multiplicación, mutan y se perfeccionan mucho más deprisa que nosotros, contra esto respondemos con el arma más temible, el sexo.

Dos individuos, al mezclar sus genes, barajan las cartas y crean otro individuo que resiste mejor a los virus cuanto más diferente sea, ¿entonces participamos al saberlo en una guerra entre dos modos de reproducción?




(Mr Nobody)


Es una forma un poco enrevesada de verlo, pero no deja de tener sentido. ¿Qué ocurre cuando nos enamoramos? ¿Por qué ocurre? ¿Usamos demasiado a la ligera la palabra "amor"? ¿Qué es para nosotros estar enamorado? ¿Qué es el amor?

No pocas veces vienen estos pensamientos a mi cabeza. No tienen fácil respuesta, ni es simple explicarlo siquiera cuando lo sientes en tus carnes. Podría ser todo parte de un plan, un plan en el que necesitamos complementarnos con otra persona que cumpla unas facetas físicas concretas para la reproducción y psicológicas para la perpetuidad de una progenie dotada de los conocimientos y la experiencia necesarios para desarrollarse en el mundo. Además complementarios a nosotros mismos para no crear una herida en el ya delicado narcisismo humano; y por qué no que suponga un reto personal, algo que se pueda tomar como una forma de mejora personal, por alcanzar un mayor grado de (supuesta) sensatez en nuestra vida, que ahonde más en la mina del ego.

Podría, debería... muchos supuestos.

No digo que todo eso no pueda ser cierto, pero si así fuera, no existiría una pareja homosexual, ni el amor fraternal. Y lo hay. Vaya si lo hay. Puedes pasarte la vida de anacoreta y vivir en la montaña buscando la respuesta. Así no lo sentirás. El amor es lo que nos distingue de otros seres, lo que nos hace sentirnos verdaderamente vivos. Todo el mundo necesita amor, por los demás y por uno mismo. Una ilusión en la vida, un objetivo, una persona, un amigo, una pareja, un familiar,... algo, y sobre todo alguien.

No se puede renunciar al amor, es algo con lo que nacemos y con lo que morimos. Es algo precioso y necesario para toda vida humana. Algo que es tan maravilloso como horrible a veces, pero no deja de ser fantástico.

Todo eso me recuerda, además de a una escena ñoña de Moulin Rouge (xDDD) o a la famosa canción de Los Beatles, a esta intro, de una serie que seguramente me guste por la época que relata y la forma de ver el mundo que tiene desde pequeño el protagonista, pero esa frase se me quedará siempre:




"Sentirás el dulce abrazo de aquellos padres que dieron todo por ti..."

Mi vida sin mí.

Me lo han dicho últimamente, y es verdad: veo más lo negativo que lo positivo de las cosas.

Es difícil darse cuenta de ésto, porque no siempre me pasan cosas buenas, y de las que me acuerdo se han hecho, muchas de ellas, malas con el tiempo. Hay veces que con pensar en lo que tienes, se te va todo lo malo.  Pensar en tus amigos, en tu novia, en tu familia,... quitar la parte negativa y ya está. Pero no la elimino en este caso, me fijo más en lo bueno. Si no, el mundo no sería mundo, sería una simple aglomeración sustancial de lo que tú has querido hacer de él, dejando de pensar así, a la larga, en lo que no esté referido a uno mismo, porque así sólo se consiguen en definitiva quebraderos de cabeza, que vienen  a ser malos, ¿no? Acabas en una realidad feliz, feliz en la ignorancia, que tampoco tiene por qué ser mala, dado que todos vivimos en eso en mayor o menor medida. Cuando afecta a otra persona es preocupante.

Ni uno ni otro extremo son buenos, por una parte te preocupas por todo, incluyendo a los demás; por la otra, no te preocupas por nadie, sólo de lo referente a ti.

Me he ido centralizando más desde la primera, no llegando del todo, pero sí bastante. Antes se me hacía un mundo de cualquier cosa, mi felicidad pendía de un hilo, y terminó por romperse. Si lo intentaba llevar con humor, se me pasaba, pero solo era un método de defensa ante eso. Algo de lo que prácticamente he prescindido, por lo que esto podía suponer para otros, ser un "cabrón" y hacer a la gente sentirse mal consigo misma.

Poco a poco he ido intentando reparar muchas de las malas acciones que he hecho, que no son pocas, y a las personas que han afectado (me siento como Earl xD). Muchas me han perdonado, pero no otras. Tampoco he sido capaz de perdonar del todo a otra persona, y eso que nunca me ha pasado, supongo porque no pongo mucho de mi parte. Pero puedo seguir jodiendo las cosas, ya lo he comprobado. Intento mejorar, sé que  puedo, porque a  veces soy yo el mismo problema dentro de mi problema, de mi visión del mundo,  de mi vida.