miércoles, 16 de noviembre de 2011

Cuando el rock&roll conquistó mi corazón...

Acicálate el tupé, eleva el espíritu, ensaya una expresión que muestre lo confiado que estás de tus posibilidades y, por supuesto, enfúndate los Levis y la chaqueta de cuero.


Ya sean Elvis Presley, Los Beatles o Chuck Berry ... el rock siempre ha pertenecido a nuestras vidas. Incluso antes de saberlo, un rasgueo de guitarra puede dejar nuestro corazón atónito. Puede dejarnos sumidos en un estado de exaltación o relajación, de euforia injustificada o la más terrible de las penurias... No sé de otros, pero a mí siempre me acaba produciendo ese cosquilleo que me recorre la espalda y me pone los pelos de punta.


De una forma u otra, la música me hace pensar en lugares concretos, en ciertas personas, en películas, o en guiones de cine complejos y mal hechos que mi mente crea y vive ínfimamente, como una película en dos segundos, como una película francesa. 


Por eso podría renunciar a todo, pero nunca a mi música. Está, estuvo y estará siempre en los momentos felices, en los tristes, en los fiesteros y en los más absurdos. Es una amiga que me ayuda a encontrar el camino a seguir, y recordarme quién soy.

 Es posible que me venga todo esto a la mente por haber visto los orígenes de grupos Indie, o la historia de Grupos G, o la última gira de uno de los grandes. Pero espero que cuando la gente de unos años mire atrás, vea generaciones llenas de sueños,  y sin más en los bolsillos que un walkman, un discman o un mp3.



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