jueves, 21 de febrero de 2013

Los límites de la realidad.

¿Qué pasaría si el mundo en el que vives no fuese más que un conjunto de bits?

Es un tema ya tocado en películas como Matrix, pero adquiere un significado diferente en un nuevo descubrimiento para mi cultura cinematográfica: Nivel 13.


Es una película con una sinopsis sencilla sin spoiler. Una empresa ha creado un programa de ordenador,  un mundo informático ambientado en los años 30, en el que viven diversos programas informáticos con capacidad de conocer, crear, pensar, sentir... se  alimentan y viven como cualquier persona. Pero son simples datos en un disco duro. Se puede entrar y salir de este mundo transfiriendo la conciencia de un sujeto a uno de esos programas, y viviendo la vida en los años 30 durante un tiempo limitado por las consecuencias neurológicas que puede producir al sujeto corpóreo en el "mundo real".

El asesinato del director de este proyecto y los descubrimientos que ha hecho, son la línea argumental de la trama.

A diferencia de Matrix, las personas que habitan en este programa son programas de por sí, y no poseen corporalidad fuera de su mundo. Por lo que se ve comprometida su definición a todos los términos.

Aquí se plantean muchos temas, como dónde se delimita la línea entre lo real y lo irreal, o qué es una persona y qué no lo es. La posible implicación del creador sobre este "submundo" a modo de dios.

Una película altamente recomendable, en la que puedes salir de los límites establecidos de la realidad, o aniquilar todo un universo con tan solo pulsar un botón.



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